Preámbulo
En primer lugar decir que soy un coleccionista de enfermedades, entre otras soy diabético e hipertenso, y me medico por ello. Las enfermedades y sus medicaciones me convierten en un candidato perfecto para padecer disfunción eréctil o azafata de tierra.
Diagnosticado el problema contacto con un urólogo que se hace cargo de el, me hace un tuneado de aparato (fimosis), me medica, me redirige a otros especialistas, psiquiatras, cardiólogos etc., para enfocar bien el tema. Yo me siento tranquilo porque veo que el tema sigue un proceso lógico. Era un señor de unos setenta y pico años tras una Neumonía el hombre se jubila, sin poder continuar.
Necesito un urólogo
Lo primero que hago es acudir a su sustituto. Mala espina me da cuando veo un crucifijo en su despacho. Cuando le cuento mi situación, le da un enfoque totalmente distinto, Quitándole preocupación al tema, y diciéndome que de vez en cuando me tome una pastillita para cumplir con mi mujer, pero nada de tomarlas como tratamiento.
No tuve valor de contarle mi vida sexual, porque en vez de mandarme al especialista, este me mandaba directo al confesionario.
Total que me quede sin urólogo. Y mucha pereza para empezar otra vez a contar mi historial sin saber si el doctor me iba a prejuzgar o no.
Pasaban los meses sin tomar decisiones, hasta que finalmente decidí acudir a Boston Medical Group, que tanto se anuncia por los medios.
Boston Medical Group
De partida tras una serie de preguntas ya me advirtieron que la primera visita serían 150 Euros.
Acudí a la visita tras rellenar un formulario me recibió un Doctor. La primera pregunta se la realice yo “¿Es usted urólogo?”. Me contesto, “No, soy andrólogo, especialista en enfermedades sexuales masculinas”. (Por esta información, ya doy por bien empleados los 150 euros, y le ruego a los lectores que perdonen mi ignorancia hasta este momento). Viendo las respuestas a mi cuestionario ya me dijo que era normal mi problema, ya que era diabético, hipertenso y me medicaba para ello. Me comento que las pastillas como el cialis, Levitra y Viagra eran grandes negocios farmacéuticos, que al final dejaban de funcionar y que actuaban como vasodilatadores en todo el cuerpo y no solo en el pene.
Ellos aconsejaban unas inyecciones en el pene, que eran mucho más locales, y hacían mejor efecto, y que me iba a poner una para ver la erección.
Lo cierto es que la inyección de pene resulto menos angustiosa de lo que parece que debe ser, ya que es un pinchacito mecánico. Una vez inyectado, me hicieron esperar 10 minutos en una sala de espera.
Mientras esperaba el Jefe se puso de pie, con un vigor que no veía desde mi adolescencia, Jodeeer que trempera.
A los 10 minutos me vino a buscar me pregunto que tal, Le dije que estaba listo para cubrir un convento. No miro nada simplemente me presento a un adjunto y me dijo ahora hemos de ver cuanto dura la erección, tiene que llamarnos cuando baje, y así podemos calcular su dosis. Sobretodo no tenga relaciones, ya que se podría alargar más el tiempo y se falsearían los datos.
Dicho esto me quede con el adjunto, Lo primero que me dijo fue si pasadas cuatro horas, no baja tómese estas pastillas, si aún así no baja, dese una ducha de agua fría y si tampoco eche a correr hasta agotarse.
Lo siguiente que me explico fue como ponerme yo mismo las inyecciones (una cada semana). Y finalmente me dijo que el precio del tratamiento era de 1800 Euros.
Con los ojos acebollados y el pito tieso trataba de asimilar toda la información. Orgulloso de mi erección no asimilaba bien la situación. Cuando acabe me fui al trabajo. Hasta avergonzaba pasear aquella erección por el despacho. Al mediodía tenía un entreno al que decidí no ir para que no me echasen de gimnasio. La erección me duro cuatro horas, pero en este rato pude ver con claridad el tema desde fuera. Era claramente una tomadura de pelo. Para sacarnos pasta a los que nos gusta joder. Me pusieron una inyección sin decir lo que era, no me pidieron analíticas ni nada, ni siquiera se miraron la erección. Total que llame para decir que no seguiría el tratamiento y que les devolvía todo el material.
Pero ellos me habían dado la pista sobre lo que tenía que buscar:
El andrólogo
Busque por Internet andrólogos en Barcelona, y rápidamente obtuve una lista, pedí hora y a los tres días me visite.
Lo primero que hice fue decirle que para mi era fundamental que no me prejuzgase por mi vida sexual. Enseguida me hablo de la neutralidad del medico, y seguidamente me narro la historia poligámica de la evolución del hombre hasta describir mi caso.
Después le conté lo del Boston Medical Group. Y me dijo que era un negocio, basado en la ignorancia, consistente en vender una medicación baratísima a precios de marisco, con un protocolo de actuación.
A partir de allí me pregunto, me pidió una analítica y me dijo que a partir de la analítica, empezaríamos por un tratamiento adecuado.
Nuevamente me siento en buenas manos y estoy tranquilo.
Cuento todo esto porque puede haber otros en situaciones similares a la mía dando palos de ciego, o sin ser tratados adecuadamente. Y si este camino les sirve de ayuda pues me alegrare de haberlo escrito.
También en mis últimas expes me he descrito como una bomba sexual. Pues tras la primera erección en el Boston, el tamaño de mis erecciones y la facilidad para tenerlas, y las ganas de aprovecharlas han aumentado en demasía. Me agarran unos calentones que hay que aprovecharlos.