Cuando empecé a escribir mi blog sobre el mundo de la prostitución no tenía muchas esperanzas de que "sirviera para algo", más allá de que para mí, fuera una válvula de escape para dar a conocer todo lo que yo sabía de la prostitución y que muy poco o nada tenía que ver con ideas preconcebidas y los modelos como el abolicionista. Pero en apenas cinco meses, estoy recogiendo los frutos...aparte de los comentarios que me dejan, recibo múltiples cartas que me han llenado de satisfacción al comprobar que realmente mi lucha sirve para algo (más alla de los elementos que piensan que soy una snob intelectual)
Para los que os gusta leer y enriqueceros os dejo una de las cartas que he recibido (he obviado algunos datos) aún así es larga pero muy interesante y que además os dará a conocer aspectos que much@s de vosot@s seguro que desconocéis.
(...)Estudié Antropología Social en la UB, y hace aproximadamente dos años realicé una tesina cuyo tema principal era el trabajo sexual en las calles de laciudad. Concretamente, me centré en las trabajadoras del sexo de la Ronda de Sant Antoni, la mayoría de ellas mujeres inmigradas en situación de irregularidad. En un principio, la perspectiva del trabajo estaba vinculada con los postulados de la microsociología, o sea, que me interesaban cosas como las técnicas, prácticas y simbólicas, de apropiación y marcaje del espacio, el ritual de encuentro (en la calle, claro) entre trabajadoras del sexo y clientes, la inserción en el espacio urbano de los elementos que integran el mundo de la prostitución (la existencia de pisos o muebles y las rutas que describían los pasos de trabajadoras y clientes en sus recorridos...), las maneras de codificar la actividad de las trabajadoras sexuales (¿cómo distinguía un cliente quién es una trabajadora del sexo y quién no?), etc. Resumiendo, el objetivo era antes realizar una etnografía de un fragmento de calle en el que,entre otros usos , se ejercía el trabajo sexual, que no convertir a las trabajadoras del sexo en un objeto de estudio como si
constituyeran un grupo social cohesionado. Por tanto, pretendía evitar las implicaciones morales (o moralistas) de algunos de estos últimos trabajos. Sin embargo, durante el estudio de campo entró en vigor la conocida ordenanza municipal que prohibía y sancionaba económicamente la prostitución callejera. Asistí indignada a la hiperactividad sancionadora del Ayuntamiento, a la arbitrariedad de la imposición de
multas (¿por ser mujer, tener pinta de puta y estar sola, parada en lacalle? ¡A mí, que pasé mucho tiempo allí, también podrían haberme multado!) y al trato humillante al que se sometió a muchas de estas mujeres.
He de reconocer que, antes de comenzar a leer la bibliografía que cuestiona las perspectivas abolicionistas del feminismo tradicional y entrar en contacto con los textos escritos por trabajadoras del sexo,feministas revisionistas u otras teóricas del tema(Gail Pheterson, Raquel Osborne, Laura Agustín...), yo también tenía mis prejuicios. Prejuicios no en el sentido de culpabilizar a las trabajadoras sexuales, pero sí de victimizarlas, o cuanto menos, de reprobar el papel de los clientes en el negocio (por no entenderlos). El caso es que, independientemente de mi perspectiva personal (que naturalmente, ya no es la que era), lo que sí tenía claro es que quienes tienen que hablar, definir su situación y reclamar las políticas que consideren adecuadas para ellas son las propias trabajadoras sexuales. Ya estaba bien de que todo el mundo tuviera algo que decir sobre ellas excepto ellas mismas.
En la Ronda de Sant Antoni, algunos de los vecinos que comenzaron a protestar por la presencia de trabajadoras sexuales en el barrio, me hablaban en las entrevistas de que lo que les molestaba y les parecía intolerable era la exhibición de mujeres en calidad de mercancías privadas de libertad, bajo el yugo de terribles proxenetas, sin que las autoridades pertinentes hicieran nada por evitarlo. Sin embargo,la forma de contribuir a la erradicación de ese "supuesto mal",consistió en tirar huevos y cubos de agua hirviendo desde los balcones a las chicas, hacer caceroladas o colgar pancartas con la leyenda "putas fuera", "putas al prostíbulo" e incluso "putas al patíbulo".En fin, que manejaban un discurso políticamente correcto que caló en los medios de comunicación, pero en la práctica, la manera de preocuparse por aquéllas a las que calificaban de víctimas, delataba intereses que nada tenían que ver con un sensible humanitarismo: la asociación sistemática del trabajo sexual con la degradación, la delincuencia y la falta de decoro, a causa del estigma, la posible devaluación de sus pisos como consecuencia de esa misma degradación, etc. Las trabajadoras del sexo (de mayoría rumana), organizaron tácticas para resistir la persecución y seguir trabajando, pero finalmente se vieron obligadas a replegarse a las callejuelas delantiguo barrio Xino en el que tradicionalmente se ha ejercido la prostitución callejera.
Hace un tiempo (a principios de 2007) un compañero y algunos profesores formamos un grupo de trabajo para seguir con el proyecto de la tesina, ampliándolo, y conseguimos una subvención del Departament de Cultura. Nos desplazamos al Xino siguiendo a las trabajadoras del sexo, con el objetivo de centrarnos exclusivamente en el trabajo sexual de calle, pero dimos con modalidades inesperadas de trabajo sexual. Casualmente, hallamos un local en el que se ejerce el trabajo sexual de bar que proliferó en la zona a partir del año 56, cuando la prostitución fue abolida en todo el Estado y las mujeres tuvieron que buscar alternativas para adaptarse a la nueva situación. Mi compañero
-que somos quienes hacemos trabajo de campo- nos hemos convertido en clientes asiduos de dicho establecimiento, de manera que hemos establecido vínculos personales con las trabajadoras sexuales y hemos podido atender, de un modo más cercano al que posibilita el trabajo sexual de calle (con formas mucho más estandarizadas), a sus
relaciones con los clientes. Hemos observado numerosas escenas que cuestionan de muy diversas maneras la imagen estereotipada tan ampliamente extendida de la mujer pasiva y cosificada y el individuo despreciable que ejerce su poder sobre ella. Y así fuimos llegando a la conclusión, que para ti será obvia, de que el mundo del trabajo
sexual es altamente complejo, de que existen muchas modalidades del mismo (cada una de ellas con sus implicaciones relacionales) y de que, incluso ahondando en una misma modalidad, hay demasida complejidad y variedad interna como para hacer sin cautela cualquier tipo de generalización. El caso es que este local representa una forma de vida
y una sociabilidad de bar características y "en peligro de extinción", pues el barrio se está revalorizando y la presencia de trabajadoras sexuales (que no son precisamente de alto standing) o de locales que no se adaptan a la imagen de la Barcelona moderna de
nuestros días, no resulta vendible. Lo de siempre: hay que meter debajo de la alfombra lo que no queremos que se vea. Ahora estamos haciendo un seguimiento del proceso de reforma urbana y de la manera en que ésta afecta a las trabajadoras sexuales de la zona, entre otros colectivos (dentro de poco se inaugurará un hotel de cinco estrellas,
la filmoteca, locales comerciales "fashion" etc., y habrá que eliminar todo lo que "afee" la fachada).
A partir de aquí, me empecé a interesar por las distintas modalidades de trabajo sexual y llegué, a través de internet, a tratar de saber algo del mundo de las escorts. Encontré un foro, y así accedí a tu página personal. ¡No sabes la impresión que me causó!. Había leído cosas de trabajadoras sexuales activistas (no españolas, claro), había
visto "Muerte de una puta", etc. pero tenía la impresión de que en España estábamos un poco en pañales. Me hizo mucha ilusión encontrar a una trabajadora sexual que sale del anonimato y se involucra a conciencia en la lucha, y además me pusiste en contacto con links y referencias que me han sido de mucha utilidad
(...)"