Tema: he leido que me echais de menos

Amigos Foreros
Ayer estaba paseando por Plaza cataluña, y con el relax que da el ambiente primaveral y las altas temperaturas, para el mes de marzo, se me ocurrió sentarme el una terracita céntrica y simplemente mirar todo lo que pasaba a mi alrededor: los ancianos en los bancos de la plaza fijándose en todo lo que se mueve para así buscar la anécdota que les hará su día diferente, el chinito con su inseparable cámara, el pobre señor hablando sólo mientras busca en las papeleras….
Llegado un momento, pensé en vosotros; amigos virtuales.
- Alguno de estos será ingols? Yo creo que iría con traje…. Ese del móvil podría ser JAC, anda !!! La de las gafas de sol grandes… igual es travesura!!
Que gracioso ese con su colega se van partiendo de risa fácilmente podría ser Nietze con teenager
Así estuve hasta llegar a la conclusión de que sin buscarlo, sin entenderlo, sin saberlo, ya contaba en mi tiempo con un grupo de gente que ni siquiera conozco y aún así han pasado a formar parte de mi espacio de relax, de evasión, de satisfacción, de ilusión e incluso de amistad
Con esto quiero deciros nada más y nada menos que yo también os echo de menos amigos.

gomera6996,

no eres la unica con esos sentimientos. mas de una vez me ha pasado lo mismo.
Y la felicidad que se te queda en el cuerpo o el gusanillo que te recorre el mismo, cuando le pones caras a los demás, sin saber si aciertas o no, pero al menos le pones las caras que mas te gustan a ti.

Yo despues de eso me quedo como nuevo.
saludos,
Ingols

De los dos colegas ésos que se iban partiendo de risa, ¿uno era alto, rubio, buen tipo, ojazos como soles.. y el otro bajito, regordete y con barba?

que buena memoria tienes!!!!

Para ti guapa.

Qué casualidad… Ayer precisamente a Teenager y a mí nos pasó algo parecido. Ibamos por la Plaza de Cataluña, camino del 240, y vimos a un tipo rarísimo , con un brazo depilado y el otro no, hablando con dos teléfonos móviles a la vez y tomando notas. Tan embebido en lo suyo iba el hombre, que casi choca con otro muy bien trajeado que estaba parado leyendo, con actitud dubitativa, los anuncios de masajes eróticos de La Vanguardia. El semidepilado de los teléfonos dijo algo como “perdone, señor”, y el del traje le montó un pollo que no veas, diciendo que a él nadie le llamaba de usted, que había que tutearle. Un chica joven con unas gafas de sol enormes que pasaba en ese momento hizo un comentario un poco malicioso, y entonces Teenager y yo empezamos a partirnos de risa. Y, de repente, miro a mi izquierda y veo sentada en una terraza observando toda la escena a la mujer más guapa del mundo, una belleza como para volver loco a un emperador. Tenía una sonrisa en los labios como no he visto a nadie nunca, entre ensoñadora y melancólica, y la expresión de su rostro era de esas que nos devuelven la confianza en el mundo, en todos esos valores que ya se van perdiendo: la dulzura, la bondad y la amistad ciega.


(PS. El pobre Teeanger, cuando la vio, dejó de reír de golpe y se quedo ahí pasmado sin saber qué decir y acariciándose la barba)