Una vez quedé con una chica de altísimo caché, privadísima, cuyo contacto pude realizar por medio de un buen amigo. Lo que llaman círculos selectos.
Cerramos el encuentro, coste 2.000 euros. Pero cuando quedé con ella surgió un imprevisto, por lo que la cita tuvo que modificarse. Renegociamos el precio, quedó en 1.600 euros, entregué cuatro billetes de 500 euros y me devolvió 400.
El encuentro fue muy satisfactorio. En el coche, recontando el dinero de la cartera me di cuenta que los 400 euros eran falsos. Me cabreé mucho, era la más burda de las falsificaciones que había pasado por mis manos, pero con el calentón no lo pude advertir. ¡Un maldito calentón justificado, ella era una belleza! Me dejó atontado y bajé las defensas. Al instante entendí el porqué del precio señalado, la necesidad de colocarme el máximo número posible de billetes falsos.
No la llamé ni he hecho nada al respecto. Pero mi cabreo estaba justificado. No solo porque había abusado de la buena fe, timándome, sino porque siempre he pensado que en este tipo de transacciones las partes han de portarse como auténticos y serios profesionales. Así fue en mi caso, que los billetes de 500 eran unas excelentes reproducciones serbias, prácticamente indetectables. De lo mejor en el mercado.
Es lo que tiene este mundillo y la crisis, se llena de todo tipo de gente y mucha de ella no son más que gentuza, indeseables, faltos de escrúpulos y de toda profesionalidad. Una pena, la hubiera vuelto a ver, voy sobrado de cromos. No sé a dónde vamos a llegar, se está perdiendo la seriedad y los principios. Esto acabará mal y la culpa es de Zapatero y los socialistas, están arruinando el país.
Arlet, te he enviado un privado para cerrar una cita. Por referencias se que eres seria. No discutiré tu tarifa, regatear es poco profesional.