La RAE define, entre otras entradas, el respeto como:
Miramiento, consideración, deferencia.
En ocasiones, hablando con otras compañeras sobre el respeto, éso tan complicado que nos debemos las personas, y que, como es lógico, en nuestro trabajo es absolutamente indispensable, hay siempre posiciones y opiniones encontradas.
Algunas profesionales opinan que al cobrar menos, los usuarios se toman más libertades, al menospreciar a la profesional. Si cobra menos, personalmente vale menos.
En el otro extremo, encontramos trabajadoras cuya opinión es la de que al pagar más, el cliente se siente con más derecho a hacer cuanto le place, bajo el prisma: -“puesto que pago más, tengo más derechos”-
Suponemos que todos valemos lo mismo. Partimos de la base de que hombres y mujeres somos iguales. Lo dice la Constitución no?
Observemos un argumento habitual en algunos usuarios:
Todas mienten/mentimos, todas ofrecen servicios que a la hora de la verdad no realizan, todas son nuevas, novatas, recién salidas de una nube rosa, todas mentimos sobre la edad, todas mentimos sobre nuestra altura, todas mentimos sobre nuestra talla de pecho, todas sobre nuestro peso, todas sobre nuestros estudios y educación, y así podríamos seguir llenado páginas y páginas.
Al final, para un determinado sector de clientes son/somos unas embusteras. ¿Y cómo se desquitan? Creyendo que su dinero le da más poder, más derechos que aquellos que ha contratado. Y cómo no. Usando la bendita palabra PUTA!!
Esa palabra, que algunos retrógrados aún utilizan como si fuera estandarte de algún movimiento imaginario, se sienten en plena cruzada. Verdaderos guerreros defensores de grandes causas. Contra las PUTAS!!
Putas somos. Y no es ninguna vergüenza. Es un trabajo. ¿Que se pueden usar otros términos políticamente más correctos?…bien.
Veamos algunos ejemplos:
Prostitutas, rameras, furcias, pelanduscas, busconas, zorras, meretrices, cortesanas, pepas, lumis, escorts (término en inglés muy en boga en los últimos tiempos), trabajadoras sexuales….
Puta está bien.
Es coloquial, es corto y todo el mundo sabe de qué hablamos. De Putas. Los puteros no van de pepas, van de putas. Hay que ser realista. Puta. Puta. Digámoslo alto y claro. Porque de no defender nosotras mismas esa palabra en concreto, será usada por unos cuantos gallitos de corral como término despectivo y soez. Intentando denigrar no a una profesión, no a una profesional, si no a una Persona.
Y siguiendo el razonamiento de este tipo de usuario, encontramos que como la mujer que tiene delante, sólo es una Puta, la trata como mejor le place.
Si este cliente pagó un precio considerado bajo, menosprecia a la prostituta como persona y profesional diciéndole que si realmente fuese guapa, tuviera buen cuerpo y valiese para follar, cobraría más,
pero…”-sólo eres una puta barata!!!!-“
Si el mismo tipo de cliente, paga por estar con una profesional de más alto caché, “entiende” que por el preció que abonó tiene “derechos adquiridos”.
“-Oye puta, por muy buena que estés y por mucho que cobres, no eres más que una puta!!!-“
No hay diferencia, pues, entre este tipo de clientes a nivel emocional por su parte. El dinero del que uno disponga para acceder a un servicio de sexo de pago, no le hace mejor persona, ni más empático, ni siquiera le predispone a pasárselo mejor. Porque en algunos casos, este tipo de cliente, se concentra más en los posibles o imaginarios fallos, que en que su encuentro sea lo más satisfactorio posible.
Es pues el cliente que usa la palabra PUTA un cliente abusivo?
En general, por supuesto que no.
Lo es, única y exclusivamente el que usándola en sentido peyorativo y despectivo trata de menospreciar a la persona que tiene delante, pague lo pague y sea el trato de la profesional, malo, bueno o excelente. Lo mismo le da.
Se siente fuerte tras esa palabra. Más hombre. En fin…
Sin embargo, no hay que olvidar que, en el fragor de un buen juego sexual, hay palabras que incitan, excitan, provocan, y ésa es una de ellas. Yo añadiría incluso que es la palabra estrella. Y que a muchas mujeres, no sólo a profesionales, les gusta que se lo digan.
Así pues, volvemos al principio del texto, el respeto. Ése que sin duda cualquier profesional de cualquier sector le debe a sus clientes, pero que sin duda alguna debe ser correspondido en su justa medida.
No somos muñecas de porcelana, no nos rompemos, no hay que tratarnos como si fuésemos de cristal. Somos como el resto de seres humanos. Nos afectan las mismas cosas, sean buenas o malas, excelentes o regulares.
Y los usuarios, no son diferentes de cualquier otro hombre con el que tengamos que tratar. Merece nuestra total atención en el tiempo que nos ha contratado, merece nuestra mejor sonrisa, nuestra mayor consideración, merece tener el servicio que se nos ha requerido, (ya pactado normalmente) y eso es Respeto.
Y el Respeto es básico para cualquier relación, para cualquier negocio, para cualquier transacción.
Deberíamos aprender a usar el Respeto para con las Putas.
Así como las Putas deberíamos tener como dogma de fé, el Respeto debido para con nuestros compañeros de juego. Quid pro quo.
Todo hay que ganárselo. No nacemos sabiendo, aprendemos día a día.
Nosotras como profesionales y nuestros clientes como usuarios.
Paula