FECHA DE LA EXPERIENCIA: Mayo 2008
NOMBRE DE LA ESCORT: Marta
NOMBRE DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: escort independiente
WEB: http://www.girlsbcn.net/girls_archivos/gbmarta5.htm
DIRECCIÓN: Cita en Regás
TELÉFONO DE CONTACTO: véase web
TARIFAS APLICADAS: 300/hora
DETALLES DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: Regás
DETALLES DE LA ESCORT: Mujer alta, elegante, bien vestida. Más bien guapa de cara, sin ser una belleza, ojos hermosos, boca muy carnosa, apetecible. Cuerpo muy bonito, me gustaron mucho sus manos y los rincones de su cuello para depositar besos. Senos impecables, con retoque, pero repito que impecables. El resto del cuerpo en consonancia, una mujer atractiva y hermosa.
VALORACI0N DE LA ESCORT: Valoración física: un 8/10, una mujer que merecería un desplazamiento para conocerla. Valoración química: un 5/10. Se explica en la narración.
¿REPETIRÍAS? Ni loco.
VALORACIÓN PARA EL EXPERIENCIÓMETRO DE BARCEL: : Experiencia mediocre. No ha sido un desastre pero salgo con la sensación de que podría haberme quedado en casa.
RELATO:
Prólogo. Hacía tiempo que me miraba a Marta la Ucraniana en la web, con ojitos codiciosos, pero como las mujeres muy bellas me imponen, no me acababa de decidir... Las experiencias leídas eran buenas, una chica simpática, divertida: justo lo que me gusta. Hasta que un buen día, disponía de tiempo libre, ganas no faltaban, altos niveles de testosterona... vamos a ver si Marta está libre. La llamé y nos citamos en el Regás, un lugar en el que me siento muy cómodo. Al llegar, me sorprendió que me esperase en la puerta, algo inusual.
Capítulo 1. En los primeros minutos en la salita de espera ya tuve la sensación de que no anavem bé. Ella me miraba con ojos de pez sin saber qué decir y mis esfuerzos por ser simpático rebotaban en las paredes de la salita. Como dice Osito, si en el primer minuto...
Capítulo 2. Suele ser el crucial. Subimos al apartamento y como yo iba recién duchado ella se aseó rápidamente y apareció envuelta en una toalla. Este capítulo, el de desnudarse, quedó reducido a un trámite sin más interés que unos picos y mis besos en su cuello.
Capítulo 3. Cama. Más besos en el cuello, más picos, primeros tanteos antes de eliminar la toalla. Fría como un témpano. Con una sonrisa, eso sí. Empiezo a recordar la experiencia con Sharon. Eliminamos la toalla, tiene un cuerpo muy bonito y yo sólo estoy a medias. Empiezan besos y caricias por el cuerpo, y pienso que si me dedico a su placer yo me animaré. Al acercar mis manos a su sexo, piernas con tendencia a cerrarse: parecía una relación con una novia de las de mi época, Laughing
Capítulo 4. Mis morros de arriba (no tengo otros) en sus morritos de abajo. Le eché ganas al asunto. Y tiempo. Y paciencia. Pero no avanzábamos lo más mínimo. Marta emitía unos gemiditos muy leves para quedar bien, pero a estas alturas ya sé distinguir una señora que goza de un tronco de árbol flotando en el mar a la deriva. Ni una señal. De tanto en cuanto le echaba un vistazo a la cara y ésta carecía de expresión. Intento acercar los dedos y éstos son censurados inmediatamente. Sigo trabajando, pero no logro ni una señal: no mueve un músculo, no vibra, no reacciona ante lo que recibe, sólo ligeros movimientos de pubis que eran como las patatas fritas del entrecôte, mera guarnición. Más gemiditos leves, pero nunca asociados a mi cuidadosa elección del punto en el que aplicaba mis "regalos". No le gustaba lo más mínimo. Marta me aborrecía y estaba deseando verme salir por la puerta.
Capítulo 5. Tío Gilito o el avaret català. Ante tanto ardor sexual y tanta sensualidad empiezo a pensar que la he vuelto a joder, que he tirado un dineral por la borda y que yo me vuelvo a casa en blanco y sin blanca. Y me voy cabreando. ¿Paro y le pido la mitad del dinero? Había previsto más de una hora... casi nada. ¿Me levanto con aires de dignidad y me voy con cara de ofendido? No sabía qué hacer, pero lo veía muy negro...
Capítulo 6. De repente levanto mi hocico de su guarida improvisada y gateo hasta recuperar la posición tête-à-tête. Me mira con cara de merluza, me sonríe (nunca deja de sonreír) y le digo "¿no te gusta nada, verdad?". Me asegura que sí, que lo ha pasado muy bien, pero que no debo esperar que todas las mujeres griten y aúllen cuando tienen un orgasmo, que ella es muy discreta. No sé qué cara puse yo, pero decidió empezar a acariciarme, por supuesto a desgana, y puso en marcha el dispositivo francés con protección oficial, que quedaba holgadísima dado el lamentable estado de mi birria. Empieza su ataque, normal, no estaba mal, pero mi cosa ya no está, se fué de vacaciones. Al ratito se separa y pretende seguir con la mano, con lo que la cosa se acaba de joder (nunca peor dicho).
Capítulo 7. Me encaro con ella y le digo que lo deje, que para estar con una persona que no está a gusto conmigo prefiero dejarlo. Ahí llega la sorpresa: se nota que nunca le han dicho nada parecido, porque se queda perpleja, reacciona casi ofendida. Me dice que sí, que le encanto, que le gusto mucho, que patatín y que patatán. Pero que ella no es expresiva como otras, que está muy a gusto, etc. etc.
Capítulo 8. Reaparece Tío Gilito el avaro. Por no verle más la cara de aburrimiento la empujo suave pero firmemente para que se tumbe boca abajo y empiezo a besarle la espalda. Y empiezo a darle vueltas al asunto del dinero que he tirado por la borda. Comprendo perfectamente que yo no le guste, pero a esos precios no se puede jugar así con la gente. Llevo no sé cuánto rato ahí y no he obtenido nada de ella, puro trámite de una mujer hermosa que no quiere verme ni en pintura. Y entonces es cuando sale el catalanet y decido que hay que salvar la inversión como sea. No puedo irme sin haber obtenido nada y dejarla con un dinero que me duele por malgastado.
Capítulo 9. Del efecto boomerang, por la espalda. De la espalda me acerco a su bonito culo, un poco más abajo, dos centímetros abajo y dos avante, y no voy a seguir porque el meneo que le dí no puede ni debe explicarse, demasiado guarro. Y se enteró, ¡vaya si se enteró! No reparé en esfuerzos, no dejé un milímetro libre, al final no sabía ni dónde estaba metido. Pero yo ya me había puesto más que a punto. Y a la que noté una vibración...
Capítulo 10. Polvo con final feliz. Decía que a la que noté la primera vibración de la tarde me separo, le pido que se ponga de cara, protección oficial ya que todo estaba en orden y ¡ala!, polvete tradicional, que no está la cosa como para más inventos. Y la pobre Marta, ante el temor de que le pegue otra bronca, decide subir los decibelios de los gemiditos hasta lograr un tono más o menos creíble, mi dignidad me permitía dejarme engañar con aquellos ruiditos de placer. Final feliz.
Epílogo. Me alegro mucho de que lo hayas pasado bien, me sabía muy mal, me voy a la ducha, vuelvo enseguida. Teléfono: ¿Oiga? Ya hemos acabado... Del orgasmo a la calle, unos tres minutos. Pero con orgasmo, salvé la inversión.
Os prometo que la próxima expe será muy vibrante.
Capi