Hola, foreros y foreras. Ya sabeis que no tengo costumbre de postear mis experiencias por mi carácter más bien discreto. Normalmente no me preocupa contar mis cosas, porque sigo en el anonimato salvo para las pocas personas que me conocen. Pero me molesta hablar de las damas que me acompañan en mis escarceos porque ellas sí son accesibles. Considero que lo que se desarrolla entre nosotros es íntimo, lo suficiente como para no publicarlo, por eso obvio ciertos detalles. Pero si a la interesada le parece oportuno, sí me gusta compartir mis alegrías personales como experiencias gratificantes, sin entrar en detalles escabrosos que no llevan a ninguna parte, porque mis recomendaciones raras veces son buenas para los demás.
Además, sois muchos los que pensais de manera distinta a la mía: precisamente a vosotros os dedico este post. Sólo deseo comunicar que hay foreras que, aparte de escribir de maravilla, son personas extraordinarias que merecen ser conocidas.
LOS PREÁMBULOS
En Barcelona, invierno de 2008. La cita tiene lugar en Regás por necesidades del Capi en cuanto a horarios. A mi llegada me hacen pasar a la salita de espera donde a Osito le bajaron los pantalones, según nos contó hace un tiempo; me abren la puerta y al fondo veo un zapato negro, una pierna con media negra y luego otra, laaaaaargas. De repente se hace la luz y desaparece todo salvo dos ojos verde claro (¿gris verdoso?) que me miran, bien abiertos, acomodados sobre una amplia sonrisa de una agradable y bellísima cara que no sabe dónde se mete... Nos dejan a solas unos minutos y soy obsequiado con unos dulces besos en los labios. No salgo de mi asombro: tantos meses mirándola en la web y no me había decidido. Ningún post en el foro... Coqueteos por MP... y resulta que es guapísima y sonríe, sonríe y sonríe. Me dejo arrastrar al ascensor, donde Lorena, pícara, me roza con su popa que no dudo en acariciar suavemente.
EL DESARROLLO
Una vez en la habitación me doy cuenta de que con sus tacones es cinco dedos más alta que yo. Por fortuna, cuando se descalza sus ojos quedan a la altura de los míos. No salgo de mi asombro, esa mujer bella y atractiva a la que estoy engañando, la que me pidió que me identificase antes de la cita, que no quería sorpresas, la que ayer, de madrugada, “me escribía MPs desnudita”, está en mis brazos y me besa, me besa y me sonríe. Cuando me escribía desnudita le contesté que la imaginaba sentada en mis rodillas de espaldas a mí y que yo le acariciaba la espalda y las caderas...
Mis manos perfilan suavemente sus contornos, entre caricias y besos, pero mi cerebro se niega a seguir. Yo estaba dispuesto a no identificarme si las cosas no iban bien, o a hacerlo después si todo iba rodado, pero ante una mujer tan dulce y hermosa me quedo desarmado, no soy capaz de ponerle la mano encima escudado en mi engaño. Demasiado tiempo coqueteando por MP, demasiadas cosas escritas y leídas por ambas partes como para seguir haciéndole trampas… Aún a sabiendas de que confesarlo puede suponer un fiasco en la relación, prefiero abrirme ya. Me siento en el banco y le pido que se siente en mis rodillas. Casi no me ha rozado y ya reacciona, se levanta sin mirarme y dice: "Ya sé quién sos vos...", susurrando como para sí misma. Cuando se lo confirmo Lorena se ruboriza y me abraza como si fuese una vieja amiga de toda la vida que no me hubiese visto en años... Fué un largo abrazo, natural, sentido, un abrazo de vieja amiga, de cariño intenso... de refugio en pleno ataque de pánico. Parece mentira lo que se puede crear escribiendo, sin ver la cara. Todos sabemos que este mundillo está plagado de mentiras, pero ahí no había trampa ni nada postizo. El abrazo se estrecha durante un buen rato, es un refugio para ambos.
LA BATALLA
Pasado el desconcierto inicial, Lorena reacciona y me mira, no esperaba esto y menos que el Capi no fuese un vejete ajado y borrachín... qué graciosa estuvo, cuando me lo dijo. Tras la recuperación, de forma natural volvieron los besos y las caricias, siempre de pie delante de la cama, como si no hubiese prisa para ir más allá... De repente a Lorena le da el sofoco, se pone a sudar, nerviosa, y yo que no me lo creo hasta que lo compruebo, destila su tensión como una esponja empapada. Está tensa, tiene vergüenza, se siente desnuda aún sin estarlo, y eso me enternece muchísimo, ver aflorar a la persona debajo de la piel contratada... es maravilloso que alguien que está acostumbrado al disimulo te ofrezca una bandeja llena de sentimientos y sensaciones, sin trampas ni maquillajes. Tanta ternura me empieza a excitar de verdad, me incita al amor tierno. Lorena se quita el vestido para refrigerarse un poco y yo me aligero de ropa para romper el hielo... Le pido a Lorena que se eche en la cama, la beso y ahí empieza la danza de ternura, sexo y pasión, besos y caricias, miradas y sonrisas, gemidos, mordiscos y pellizcos. Lorena me gusta mucho, me ha llenado el corazón con sus reacciones y ha despertado mi deseo más intenso de gozar con ella. El sexo es dulce, nos amamos no sé cuánto rato, muy suave y lentamente, como si tuviésemos miedo de romper ese hilo mágico que sostiene el instante interminable... La dulce visita a las sábanas se prolonga, el placer de sentir vibrar a la mujer espléndida entre mis brazos... es enloquecedor. No recuerdo una escena así en mucho tiempo. Luego mi placer, dulce y firmemente gestionado por Lorena, la dama del amor, elegante, con una clase superior, una mujer excepcional. La charla, las intimidades, la toma de aliento después de las sorpresas, las emociones y la pasión... pero todo tiene final, y éste llega.
LA RETIRADA VICTORIOSA
El resumen de la experiencia es... gracias, Lorena, gracias desde lo más sincero de mi ser, porque además de lo que estaba previsto me regalaste algo que no tiene precio, algo que no se compra ni se vende, me diste cariño, ternura y complicidad, me remontaste a tiempos remotos. Eso es algo muy difícil de conseguir, porque son las cláusulas que nunca existen en el contrato, los obsequios del alma, las delikatessen del gozo. Gracias por ser tan hermosa por dentro y por fuera, por haberme abrazado, y sobre todo por haber dibujado esa sonrisa que aún no se ha borrado con el paso de las horas. Fué muy gratificante conocerte, creo que seremos grandes amigos. Gracias por confiar en mí, por esas cosas que quedan entre tú y yo.
El Capi