Me dispongo a explicaros una aventura más, en esta caso un encuentro con una encantadora mujer del sur, que con el nombre de Carolina, trabaja en el www.hothousescorts.com.
Carolina, es una chica alta, bien formada, escultural, pelirroja de piel blanca, con unos senos preciosos y en su justa medida, para sopesarlos, tentarlos, ...
El adelanto de una reunión de trabajo, hizo que anduviera un poco apresurado al principio de nuestro encuentro.
Un encuentro que al verla, enseguida le comenté, lo guapa que me parecía, y que era mejor en la realidad que en las fotos.
Me agradeció el cumplido, respondiéndome, que le apetecía tener una relación sexual en aquel momento y en aquel lugar.
A los pocos minutos, los dos estábamos ya desnudos en la cama, y en mi caso predispuesto a que me hiciera de todo, tal y como le pedí.
Carolina, me preguntó si me gustaba besar a lo que le respondí, que era de las atenciones más preciadas y más eróticas que una mujer puede ofrecernos a los hombres para nuestro deleite.
Así pues, con estas indicaciones se prodigó en besos, lentos, suaves, profundos, intensos, de tal forma que me puso en activo al instante.
Más adelante, empezó a recorrer mi cuerpo con el mismo estilo y con los mismos arrumacos de chica granadina, hasta llegar al punto, en el que sin goma, me lamió y relamió, hasta que le pedí que me dejara hacer a mí.
La exploro, la acarició, la beso, le provoco temblor y calor, para poco a poco llegar hasta su sexo, medio depilado, para entretenerme y devolverle toda su delicadeza.
Noto como se va dejando llevar, como se va humedeciendo y a la vez suspirando, justo en el momento, que me comenta que a ella le gusta más "irse" haciéndolo.
Ella se pone encima mío, y con suaves, pero profundos e intensos golpes de cadera, estamos tiempo, mucho tiempo, besándonos y acompasándonos.
En un momento dado, se para, me ofrece su boca, nos besamos, nos mordemos, mientras ella sigue un compás que no puede resistir, y me enloquece hasta conseguir casi sin moverse y solo con sus besos, hacerme llegar al orgasmo.
Me realiza un masaje en la espalda, para terminar, antes de una buena ducha.
Y me comenta en tono guasón, que no se ha acordado de pedirme los 150 € de la cita por una hora.
Con una toalla a medio cuerpo, nos despedimos, comentándole lo feliz que me ha hecho por una tarde de relax, sosiego, placer y buen arte palaciego.
Le doy un beso en su pezón izquierdo para recordar y otro beso que me da ella con la boca entreabierta para soñar.
La felicidad es femenina.