Escribimos mucho y sólo conseguimos demostrar que... no hay nada escrito. Ni se puede escribir, porque la historia se hace en cada momento y en cada encuentro...

De modo que yo a lo mío, oteando el horizonte en busca de sirenas y con una sonrisa en los labios porque a fin de cuentas, por las pocas malas expes, hay un montón de buenas. Y aún nos quejamos...

Quizá nos convenga quitarle un poco de hierro a todo este asunto... y seguir como estábamos, paciendo tranquilamente en el prado de la Vaquera de la Finojosa.

Te devuelvo el abrazo, pero el bellaco eres tú...

Ciao!

Pescanova que se pasa a los prados