Hola, compañeros.
Me temo que, por primera vez, he de dar la razón a uno de esos que afirman que en M. C. no es oro todo lo que reluce.
Como podeis comprobar, sus chicas son sometidas sistematicamente a malos tratos:
¡Hagamos algo por ellas! ¡No es justo atarlas a piedras! ¡Al menos, me podrían dejar a mi la tarea de torturarlas!