Escena del crimen: Hotel Cram.
Fecha del crimen: Una fresca noche de marzo.
Victima: Adrianus.
Presunta responsable: Carla.
Imputaciones de delitos: Concurso real de delitos contra la intimidad de la victima, su boca, cuello, tocamientos deshonestos, hipnotización, generación de ataques de ansiedad y otros muchos.
Ponente: El Fiscal de Escorts.
Prólogo.
Tras diversas aportaciones e intercambios de post se pasó a los acostumbrados mp en los que la presunta responsable fue tejiendo su conspiración contra la víctima, regodeándola, halagándola y fruto de los citados engaños, finalmente concretaron una cita para una noche de marzo a cierta hora en el bar del Hotel Cram.
Relato de los hechos.
Unos minutos antes de la hora convenida, la victima que bajaba desde su habitación hacia la planta baja coincidió en el ascensor con una pareja de dos chicos jóvenes que lo miraban con un aire entre despreocupado y libidinoso, y pareciéndole homosexuales, dada la situación de nerviosismo fruto del inminente encuentro y lo incierto de la situación, provocó que se pegará muy rigidamente y de espaldas a la pared del ascensor.
Una vez en el bar, y para evitar que los allí presentes notaran el aumento de pulsaciones y el temblor de sus manos pidió una cerveza mientras en la otra mano, sostenía el teléfono móvil, ya que la prohibición de fumar en la cafetería le impedía mantener su sempiterno y sedante cigarrillo encendido.
A la hora convenida, la presunta culpable apareció. Vestía elegantemente, de oscuro, con un trench blanco, y la víctima al verla entrar en el local la reconoció de inmediato. Al saludarse, el nerviosismo invadía a la víctima hasta extremos pocas veces producidos, y más aún cuando la presunta autora le mostró su juvenil y bello rostro que esbozaba una sonrisa entre inocente y pícara. Llegados a este punto, ambos salieron del local para dirigirse a cenar; tras un breve paseo y la frustrada búsqueda de un restaurante, entraron en un local, donde el camarero oriental hizo sus delicias por su desorientación y pasotismo a la hora de atenderles, y donde la presunta autora hizo compartir con ella a la victima una botella de Lambrusco Rosso.
Tras la cena, de vuelta al hotel, con las conversaciones, charlas y risas de rigor, la victima ya había caído en sus redes, y fruto de la actitud de la presunta autora y los vapores etílicos, se encontraba algo más relajado. Una vez en la habitación, la indecisión pareció que se apoderó de ambos, aunque sin duda era una nueva treta de la presunta autora. La pobre víctima, a sugerencia de la mujer había comprado apresuradamente unos souvenirs para hacer más grato el encuentro. Entre ellos se encontraban un par de botellas de cava, que fueron imposibles de abrir, provocando la situación más cómica y absurda de la noche. Afortunadamente, el buen gusto del Hotel hizo que la víctima encontrara en el minibar una botella de Ruinart Rosé con la que pudieron llenar sus copas, brindar y disfrutar del champagne.
A partir de ahí, y sin solución de continuidad, tejida completamente la red, la victima y la presunta culpable, se enzarzaron en una cruzada de besos, abrazos, empellones, jadeos y demás que por lo procaz de los hechos omitimos en detalle y nos limitamos a simplemente enunciar.
Una vez finalizada la cruzada, con la cama deshecha como si las huestes de Atila hubieran pasado por encima, y ya muy entrada la madrugada, vestidos de nuevo, la víctima y la presunta autora fueron hasta el coche donde se despidieron, no sin antes besarse de nuevo. La maldad de la mujer hizo que quedaran en verse de nuevo, ya que no contenta con los hechos y daños producidos en la víctima, pretendía seguir con su perverso juego. La víctima, en el estado que todos podemos imaginar se retiró a su habitación no sin antes, y a pesar de su estado, dar las buenas noches al recepcionista del hotel que se las devolvió con una media sonrisa entre burlona, pícara y envidiosa.
Conclusión e imputaciones.
A la luz de los hechos relatados, la culpabilidad de la víctima es notoria y manifiesta y las pruebas irrefutables, por lo que en modo alguna puede resultar más que condenada a abstenerse de beber cosmopolitan o bebida alguna que le pueda producir placer, abstenerse igualmente de pasear y visitar las tiendas de moda de la cuidad o de cualquier otro enclave a menos de 250 km a la redonda y como pena de inhabilitación especial a abstenerse de adquirir modelos de bolsos, zapatos, complementos o cualquier otro accesorio de las firmas Loewe, Jimmy Choo, Stuart Weitzman, Stephan Kelian o Salvatore Ferragamo, privandole así del gusto de comportarse como una snob.
De cualquier forma, a pesar de la condena, dada la satisfacción de la víctima y su perdón, proponemos sea indultada y se le permita seguir siendo y comportándose tal y como es.
P.D. Ciertamente para la víctima fue un auténtico placer compartir esa velada, y lo peor, o lo mejor de todo es que hubo más, pero eso serán acusaciones diferentes.