Finalmente, tras una semana de trabajo infernal, me decidí a probar una chica a la que hacía tiempo que había echado el ojo, Talia. Esta chica comparte piso con Flavia, en la esquina Aragon con Tarragona, frente a la parada de metro Tarragona, línea 3. Es un piso nuevo, sobre unos 80 m², limpio y con decoración neutra tipo Ikea, la finca esta equipada con vídeo portero .
Se trata de una brasileña de 1,60 exacto -la medí, llevaba la cinta que empleo para trabajar. Afirma tener unos 24 años, aunque a mi me pareció que podría ser más joven. Buena cosa. El precio del servicio es 150 € 40 minutos, 200 € por hora. Contraté 40 minutos, eso sí, la chica trabaja sin prisas. NO practica anal.
Físicamente, es como en las fotos: ligeramente bronceada, melena negra lacia bastante por debajo de los hombros, senos de silicona ligeramente caídas, buenas curvas, pequeñita (1,60 comprobado, aunque ella afirma 1,65 largo). Cara bonita y expresión vivaz y alegre. Podría pasar por europea. Tiene un tatuaje en forma de estrella en la nuca, un tatuaje con motivos geométrico-vegetales por debajo del ombligo, al lado derecho, y piercing en el ombligo. En mi presencia, ni bebió ni fumo. No tiene aliento de fumadora.
Muy simpática, abre vestida con un conjunto similar al de las fotos. Utiliza un perfume discreto. Me pasó al dormitorio, donde me ofreció bebida y u una percha para colgar la ropa. Seguidamente pasé a la ducha -solo, ella estaba impoluta. Salgo, me la encuentro en la cama, jugueteamos un rato -besos sin y con lengua, no muy profundos pero juguetones. Me pide que salga de encima de ella, me pone un poco de crema en el pene e inicia un masaje -con su cuerpo y con sus pechos. Me pone condón, se pone otro condón en su mano derecha e inicia una felatio, prácticamente sin manos mientras me estimula la próstata. No se la traga entera, pero es muy agradable.
Cambio de postura, se pone a cuatro patas y la penetro desde atrás. En todo momento sigue igual de alegre y dispuesta. Cambiamos varias veces de postura, hasta que me corro. En ningún momento fuerza la situación para hacer que me corra antes de tiempo.
Me propone un masaje, que acepto. Tiene unos dedos bastante fuertes. Sin ser de los mejores masajes de mi vida, no esta mal.
Me doy la ducha de rigor y me la encuentro enfundada en una minúscula bata negra que la hace todavía más apetecible. Nos despedimos amigablemente y me voy con una gran sonrisa en el rostro.
Por cierto, me ha comentado que vuelve a Brasil en Agosto. Personalmente, voy a repetir.