Un par de apreciaciones:
1. La última argentina con la que estuve, hace ya muchos años, literalmente se me folló -y no me dio la sensación de que fuera porque yo le gustara especialmente, ni por haber congeniado, ni mucho menos- y cuando acabó me dijo: “...y ahora tú arriba”, con la misma precisión y frialdad que un forense extrae un cerebro de un cadáver. La escena era para vivirla: una argentina ¡¡callada!! y notar cómo la chica tenía un trozo de carne debajo (o sea, yo mismo) con el que se lo estaba montando. ¿Pero esto no era al revés?
2. Tu relato, Archer, me parece generoso con la relación calidad / expe / precio del encuentro. Yo también siento un respeto enorme frente a la persona que, como muy bien dices, acepta desconocidos en su cama, pero ese desconocido también desembolsa una cantidad nada desdeñable.
Con todo, es cierto, en ocasiones, al salir del lugar de encuentro las sensaciones pueden ser ambiguas o encontradas.
¿No nos estaremos haciendo viejos?