Iniciado por
icaro69
Aquella era una noche cerrada, gélida, con sus adoquines mal ensamblados, desencajados. Sucede siempre cuando los tacones de cuajo se desgarran a los antojos de la subasta. Y descalzos pretendemos caminar.... Otra cosa es sentarse en el bordillo y mientras se cruzan las piernas el agujero del momento nos arrastra a mirar sólo lo que queremos ver. Si la alzamos comprendemos que los tejados son un sombrero para la más tozuda de las sensaciones. Desubicarse es sano.
Un puzzle de rostros sumergidos en la penumbra de las medias verdades, de las absolutas y placenteras aceras donde el vicio cruza de turno, y no comprende como el placebo se puede comprar en la barra libre del aire sin amo, que ama es la lluvia cuando restaña heridas, deseox, cartónpiedra, necesidades y horas brujas.....que el calabozo del desagüe arrastra la flacidez del vigor, de la batuta, del rebenque, de la duda, de los oscuros charcos que desintegran la honestidad de una cara diseccionada por gotas de lágrimas que se dejan querer, que se atreven a cruzar el alba frente donde las piedras no se tiran, sino se sientan. Se amontonsn como muescas del ábaco de esa cárcel imaginaria.
Aquella noche oscura, obscura, tétrica, desparramada, promiscua era como otra cualquiera. Querían darle forma, como a un trozo de plastilina en las manos de la inocencia y sólo podían fundirla donde la cabeza bien alta se encoge cuando el pasamontañas de látex mengua al orgullo.
Aquella era una noche abierta al control, a la correa, a los estribos, a la brújula, a la veleta....y aquella noche sólo es un lado del día muerto. Es la hermana moribunda en el orfanato de los designios.
Oscuro le llaman algunos, tapado otros, disimulándose las heridas, cicatrizando al rumbo. Aquella noche alrededor de una hoguera se juntaron, se arremolinaron varios puntos de vista, y mientras chasqueaban sus corazones como espurnas, como briznas que desean escapar al tizón del férreo salto mortal..... las manos permanecían pusilánimes , la diestra al lado de la zurda, la enemiga amenzando a la amiga, la traicionera ofreciéndose, la enjuta a la tullida, la suave troquelando la envidia de la áspera, la hermana rubricando la bondad, la irracional comiéndose los rizos, la lunática poseyendo dos lágrimas..... una conversación entre susurros..... un gimoteo en el redil.... y las arenas de sangre negra, oscura...agonizando en el fortín de la ausencia.
Tras unas máscaras lo oscuro siempre pervierte, que el costado no deja de sangrar hasta que amanece.
Aunque casi siempre, ya es tarde.
Todas aquellas noches oscuras, todos aquellos rostros desconocidos, todos los cuerpos celestes, humanos de oficio prendaron en su mirada triste una calle imposible de cruzar.
Porque su fortaleza, su mundo se habían transformado en un callejón sin vuelta atrás.
Siempre supo que habría un antes.....pero, ¿el después? Se lo dejó entre aquellas aceras, entre el cambio, entre el anfiteatro de los buenos y malos ratos, entre las sábanas de acero y la desnudez de su intimidad.
Y aquellas lágrimas oscuras, sólo las ve, las siente ella.
Le llamaran como quieran, pero ella sabe de que hablan mis desvarios.
Y eso es lo peor sentirse abandona a las calles donde los caballos te arrastran hasta las afueras del gran templo.
El alma.