Empezaré por el final. Por los dos besos fríos en la mejilla. Por mi huida a toda prisa sin mirar atrás. Por aquel eterno trayecto en taxi de vuelta a casa, repasando en silencio todo cuanto sucedió en aquellas dos horas, desde que la vi aparecer a lo lejos colocándose bien el pelo hasta que nos dijimos adiós y nuestras vidas volvieron cada una a su cruda realidad. Porque después de compartir aquel maravilloso tiempo con Lucía, el sentido común, la razón, el presente, la familia… me indicaron que era necesaria una despedida rápida y fría. Un final aséptico. Un corte preciso de bisturí, que me separara de ella totalmente. De su delicado cuerpo, de su simpatía, de su calor, de su historia, de sus ganas de satisfacerme, de su recuerdo… Porque desde el primer momento intuí claramente que con Lucía existía el serio riesgo de enamorarse.
FECHA DE LA EXPERIENCIA: 25 de diciembre
NOMBRE DE LA ESCORT: Lucía
NOMBRE DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: Independiente
WEB: http://escorts.forosx.com/ficha/Lucia/299
DIRECCIÓN: Hotel La França
TELÉFONO DE CONTACTO: 697 760 562
TARIFAS APLICADAS: 400€ (2 horas) + habitación (52€)
DETALLES DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: http://www.lafransa.com/
DETALLES DE LA ESCORT: Sencillamente como en las fotos, quizá algo más morena de piel y con el pelo más oscuro.
VALORACI0N DE LA ESCORT: Lo siento, no puedo ser objetivo. Porque las hay más expertas o más exuberantes, pero a mí me dio todo cuanto buscaba y mucho más.
¿REPETIRÍAS?: La razón me dice que no, pero el corazón... ay, el corazón...
Todo empezó al leer su presentación en el foro (Lucía_85). Hubo algo, ahora no sabría deciros el qué, que me gustó de ella. Me pareció una chica sincera y natural, además de poseedora de un hermoso cuerpo. Apunté su nombre en mis ‘apuntes de caza’ y me decidí a enviarle un MP. A partir de ahí, la ola de la excitación fue creciendo hasta que la noche de Navidad, entre villancicos y neulas, cruzamos algunos mensajes y quedé en llamarla al día siguiente.
Y así lo hice. Hablamos por la mañana (ella aún con su voz de dormida) y los buenos augurios del día anterior empezaron a cumplirse. Nos citamos por la tarde. Hasta entonces, no dejamos de enviarnos mensajes. Ella quería conocer mis gustos y preferencias y yo que me sorprendiera. Al final adelantamos la hora de nuestra cita porque yo ya no aguantaba más. Los nervios me impidieron comer y no puede disfrutar de la “carn d’olla” (todo un año esperándola!!). Tuve que fingir un empacho.
Era la primera vez que me citaban en plena calle y estaba literalmente acojonado. ‘¿Y si pasa por aquí una amiga de mi novia? ¿Y si le parezco un tío raro y se da media vuelta? ¿Y si me quedo cortado y no sé qué decirle? ¿Y si? ¿Y si? ¿Y si?...’. Y entonces fue cuando la vi llegar. Alta, decidida y colocándose bien el pelo. El primer impacto fue brutal y tuve que recoger mis palabras del suelo. Nos dimos dos besos y empezamos a andar. Fue algo intuitivo, como si en movimiento nadie pudiera reconocerme.
Pasados los primeros segundos de aclimatación, el hielo se fue rompiendo con más facilidad de lo que podía esperar de mí mismo.
Para un tímido patológico como yo, la naturalidad y simpatía de Lucía actuaba como un bálsamo de Fierabrás. Hablamos de su vida, de la mía, de forosx, de mis ‘experiencias’… Me había leído y estaba algo preocupada porque creía no era del estilo de mujer que a mí parecía gustarme. No quería defraudarme… Y en ningún momento lo hizo.
Al llegar a la habitación nos sentamos en la cama y seguimos conversando un rato. Entonces caí en la ‘cuestión crematística’ del asunto e hice ademán de buscar la cartera, pero me instó a dejarlo para el final. Esos detalles me gustan, porque demuestran confianza y complicidad. Así que me fui a la ducha y, por primera vez, no me llevé conmigo ni la cartera ni el móvil. Porque la confianza era mutua.
Al salir de la ducha, Lucía me esperaba sentada al pie de la cama en ropa interior negra, con medias y unos zapatos de tacón que había traído escondidos en un bolso para sorprenderme (cuando nos encontramos llevaba unas botas). La visión era sencillamente espectacular. Porque, sin ser exuberante, Lucía es una mujer terriblemente atractiva que suple sus defectos (si los tiene) con su naturalidad, sensualidad y simpatía. Es morbosa, juguetona, atrevida, detallista, complaciente, proactiva… y por todo ello, una gran amante.
No daré muchos detalles de la parte ‘carnal’. Simplemente os diré que me hizo tocar el cielo un par de veces, que cumplimos varias de nuestras fantasías, que disfruté contemplando su cuerpo desnudo y que me hizo sentir un tigre de Bengala.
El final, la despedida, los besos fríos, mi huida en taxi, ya lo conocéis. Era preciso salir de ahí antes de caer rendido para siempre.