FECHA DE LA EXPERIENCIA: Septiembre 2008
NOMBRE DE LA ESCORT: Alicia Bandera
NOMBRE DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: Independiente.
WEB: ( Si la hubiera) http://www.aliciabandera.com
DIRECCIÓNsi fuera el caso): La da por teléfono.
TELÉFONO DE CONTACTO: En su web
TARIFAS APLICADAS: 200€ / hora (Tiempo total: casi 2h las dos veces)
NACIONALIDAD: Brasileña
EDAD: 24-25 años
DETALLES DE LA AGENCIA/PISO/CLUB: Piso limpio muy ordenado.
DETALLES DE LA ESCORT: Muy dulce, cariñosa, simpática e implicada, algo más delgada que en su primer book. Tiene fotos muy actuales.
NIVEL DE IMPLICACIÓN: 11 sobre 10
RECOMENDABLE: Muchísimo. Repetí esa misma semana y lo volveré a hacer.
VALORACION DE LA ESCORT:
Por fin había llegado a Barcelona. Llovía. Otra vez el azar me enviaba para allá. Mis anteriores visitas, tan lejanas en el tiempo, conservaban la nostalgia y el sabor agridulce de los recuerdos. Recuerdos de familiares que ya no están, amigos que emigraron y amores imposibles. El motivo de mi viaje: una feria de juegos en línea, casinos y apuestas.
Juego a las cartas desde que tengo uso de razón, y al póker desde que me acuerdo. Quizás eso ha sido lo que me ha salvado hasta ahora, sobre todo después de que ella muriera. Todos mis sueños y esperanzas barridos desde aquel día. Hace unos meses, me quedé sólo, invadido por una soledad amarga y desgarrada en una casa llena de niños, ausencias y responsabilidades. Aprendí a llevar cargas pesadas, a no dormir, a no llorar y a ganarme la vida trabajando de día y jugando de noche. La vida, frenética, no me deja apenas licencias, salvo, quizás, leer o escuchar música en el metro. El bienestar de mis hijos y su futuro no me permite nada más.
Necesitaba sentirme vivo, simplemente eso. La necesitaba a ella, tanto, que dolía. Alicia me cautivó desde el principio. Me encantó su voz al otro lado del teléfono, sugerente, cálida y amable, esos susurros con acento fueron mi salvación. Fui hacia su casa paseando, mezclándome con la lluvia. Vicente Amigo sembraba de trémolos mi largo y pesado camino por las calles de Barcelona. Siempre Barcelona. La ciudad que no puede crecer, atrapada entre dos mundos, presa de su propio destino.
Bajó a abrirme al portal, nos besamos y fuimos hacia su casa. Su menudo cuerpo se contoneaba mientras subíamos las escaleras, que delicia. Me acompañó a una salita y al poco, volvió con un par de refrescos. El ambiente era dulce y suave como ella: luz tenue, música embriagadora y ese perfume... Empecé a ponerme algo nervioso, quizá porque nunca había estado con una chica como ella, quizá porque hacía muchos meses que no estaba con ninguna mujer. Pero aquella mujer... sus manos y su voz me transportaron a un mundo de sensaciones que creía extintas. Hablamos y reímos a carcajadas y a los pocos minutos nuestras bocas se fundían. Sentí su cuerpo sobre el mío, su sonrisa, su mirada, su piel, su olor... Fue una gozada cogerla en brazos y llevarla a la habitación contigua. La batalla fue sublime, jadeos y suspiros, brasas encendidas, truenos y relámpagos. Hablamos durante minutos, que parecieron siglos, de nuestras vidas, tan distintas y tan parecidas a la vez. Prometimos vernos al día siguiente.
El resto de horas hasta que volví a verla pasaron sin pena ni gloria... tanta ciudad y tan poco por hacer. Su recuerdo me impedía comer pero alimentaba mi impaciencia, me mantenía con vida. Nos encontramos de nuevo; reímos y lloramos, nos convertimos en cómplices, quizá para siempre. Con la promesa de un café en su visita a Madrid, nos separamos. Volví por donde llegué, embrujado, arrastrando mi espíritu por las calles de Barcelona, que ahora tenían otro aspecto. En mi mente, resonaban los versos de Silvio Rodriguez: "Ojala se te acabe la sonrisa constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta... ojalá que el deseo se vaya tras de tí". Alicia. Siempre Alicia.