Exluna,
yo quedo convencido que, para ser escort y de las buenas, se necesita una buena dosis de deseo sexual.
La afirmación la vivo con la misma naturalidad como decir que, para jugar de profesional en el baloncesto, tienes que ser alto.
Sin esta fuerza interior, ejercer de cortesana tiene que ser un verdadero infierno. No es como simular un orgasmo con un marido que, más o menos, se imagina que algo de cariño te suscita.
El problema es que la sociedad, desde siglos, mira a la pulsión sexual femenina como a una amenaza y necesita catalogarla con colores “inmorales”.
Si hay un hombre de "calzoncillo alegre", es un crack, si hay una mujer de "bragas endiabladas", es una puta.
Por esto, si no tienes un buen motor dentro que te empuja adelante como escort, volando de caballero en caballero haciéndote disfrutar, caerás en la trampa de la culpa que por eso ha sido creada: para que te quedes a dar un hijo legítimo a un señor así que pueda pasar sus bienes en herencia a “sangre de su sangre”.
Me gusta soñar con un día en que, en una clase de asesoramiento para futuras carreras, se aconsejerá a una mujer, muy viva y sensual: “Pues, cortesana, y no darle más vueltas!”
Queda mucho para eso.
Ahora, tu has dejado el oficio y lo has vivido como un pasaje duro y salvaje de tu vida. Señal que no era tu camino.
Está bien así. Sigue adelante y si tienes todavía dentro fantasmas de esa temporada, cuenta que hoy en día hay buenas técnicas y terapias para limpiarse las emociones desagradables y vivir mejor.
Suerte pa' todo.