Desde que utilizo el viejo truco de llamar desde el teléfono de la parroquia (yo y los parroquianos que lo sabemos), el cura no para de dar sermones los domingos sobre los antros de perdición. Al pobre lo llevan loco con llamadas, diciéndole guarrerías, contándole historias verdes, que si vuelve a verme, que si que gorda y dura la tenias, y cosas por el estilo.
El pobre utiliza un lenguaje apocalíptico sobre la perdición, el pecado, el sexo, la lascivia y lo lúbrico que, cuando termina, unos cuantos salimos pitando, excitados, a concretar nuevas citas. Lógicamente desde el teléfono de la parroquia.
Me olvidaba, el cura utiliza un móvil con tarjeta prepago.