¿Somos mentirosas? En realidad, si.
La primera mentira lanzada es incluso antes de concertar la cita con la srta.
La mayor parte de nosotras utilizamos un nombre distinto al nuestro real, porque, señores, tenemos nuestra vida privada y es sagrada.
Para la cita con la señorita en cuestión, vosotros exigís una implicación máxima, acorde a lo pactado económicamente. La persona detrás de ese nombre inventado tiene una vida totalmente ajena a este mundo; puede no estar pasando por un buen momento personal, laboral... eso da igual, verdad? habéis pagado, exigís perfección, profesionalidad y amplias y sinceras sonrisas.
Gran parte de vosotros estáis casados, se nos exige en esos casos una coraza enorme para el corazón, aún antes de haber transpasado el umbral de la puerta. NUNCA y repito NUNCA podremos pretender ir más allá de lo que vosotros nos permitáis en esos casos, y siempre manteniendo las convenientes distancias que, por supuesto, marcáis vosotros (para eso pagáis, no?).
Sin embargo, cuando somos profesionales, cuando mostramos amplias y sinceras sonrisas, cuando escuchamos embelesadas lo que tengáis a bien contarnos, cuando vuestro corazón se estremece.... ahí si estamos en la obligación de permitiros llegar más lejos, verdad?, si no nos convertimos en "putas mentirosas" y probablemente liantes, no?
Espero que entendáis con esto lo que quiero decir.