Karina, en esencia

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por Oliba
Barcelona

Apartamento de la escort8
Duración120 minutos
Precio350
PechoTuneado
Fumadora
BesosBesa con lengua
FrancésSin hasta el final
Griego

 

ESENCIA

 

Karina casi sin maquillar. Melena recogida en una coleta. Top azul celeste, shorts blancos, zapatillas de deporte. Karina  dejó en  su armario de sueños por encargo el look de femme fatal. La eslava de belleza impactante y perfecta,  es la mujer,  naturalmente hermosa, que da cuenta de un refrigerio ligero en una terraza de la ciudad de los prodigios. Un camarero le saluda cariñosamente por su nombre. … Sonríe cómo la niña que es  y será siempre.

Karina en esencia. Karina inédita.

Ni los muchos amaneceres compartidos me ofrecieron una imagen más fresca de ella. Y aún así, sus ojos siguen siendo esas ventanas que dan vértigo, enmarcados en pestañas de concurso. Sus labios, sin apenas carmín, piden a gritos besos y regalan sonrisas.  Sus piernas  tientan.  

Karina en esencia, relajada, sonriente.

 

No era una cita diseñada de antemano. No había un programa pactado de juegos y acrobacias.  No existía menú alguno sobre el que relamerse en días y horas previas,. No. Surgió de lo espontáneo, de la circunstancia. Una llamada, coincidir los dos en el centro, la oportunidad de vernos para planear una escapada muy, muy próxima.  Un refrigerio con pan crujiente. Nada más. Con ella todo es siempre tan fácil…

Karina en esencia,… y …me doy cuenta que la deseo más que nunca

Y me conozco cuando deseo. Y me conozco cuando deseo de veras.

Y sucedió

Lo no planeado sucedió. Propongo,  consigue aplazar una cita, sube corriendo al piso para esperarme. Sin guión. Imprevisto.  Un último regalo inesperado de la fortuna que quiso despedir el verano con una tarde llena de pasión, de la fuerza que no siempre acude a la cita, de conciertos de susurros y de gritos sólos. Fantástico. Su cabeza hundida entre almohadas, aplastada contra rasos.  Su cuerpo hecho apéndice del mío. Sus labios prisioneros y guardianes de mil sueños.

En la derrota, no recuerdo en cuál, la luz se filtra por las cortinas y recorre sus nalgas cómo la caricia perfecta que nunca acertaré a saber dar. Piel todavía erizada. Escorzo magnífico, visión inolvidable.  A quien sea, que no borre nunca  un recuerdo así.

No dejes nunca de mirarme. Me gusta el delicioso vértigo de precipitarme en tus ojos.