KARINA, MONTSE y.... El Día de la Bestia
Total | Fecha | Ciudad | Belleza | Servicio | Media | Usuario | |
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1 | 07/2012 | Barcelona |
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Oliba |
2.031 veces |
Hotel | |
Duración | 1200 minutos |
Precio | 1500€ |
Pecho | Tuneado |
Fumadora | Sí |
Besos | Besa con lengua |
Francés | Sin hasta el final |
Griego | Sí |
Llevo, desde hace un tiempo, una lucha privada contra el Diablo. Y no porque crea en él , que no creo, y mira que da facilidades y tiene poderosos medios para convencerte, sino porque me sabe mal que gente de buena voluntad le siga o tenga, poco o mucho, su alma robada. Es un mal bicho el diablo. Y feo, seguro. Por dentro y por fuera, que narices. De tanto odiar a tantos, debe bizquear un poco.
Ayer, para las culturas dominantes, Viernes y 13, era el día de la bestia. Andaría así el personaje, ángel impostor entre los impostores, de aquelarre, con sus pobres diablos tarados y algunas presas. Y yo, por lo que pudiera pasar, decidí ya hace tiempo que, en tales fechas, aún que no tenga nada que ver con la cultura dominante, por si acaso, me rodeo de ángeles de los de verdad. No, no me contento con combatir con poco agasajo. No. El día merece una orgía. La orgía del año.
1. Preludio: Karina. Dulce y pequeña muerte entre tus labios. Te veo en Gouthier y pienso que no habrá mejor ni más dulce muerte que la de aquella special de Marennes nº 2 resbalando por tu lengua hacia tu garganta y, todavía en vida, mezclarse contigo y hacerse una. Y poder decir, sí, ayer era ostra y hoy mirad, mirad que ojos tengo. Porque lo de los ojos de Karina es un mundo aparte. Y en esa racha de guapas escorts que ahora fortuna y cartera pusieron en mi camino, los ojos de Karina, y todo su rostro, son otra dimensión. La perfecta gata preparando el festejo del día de la bestia. Y hubo lo de siempre en la plazoleta a ritmo de sorbo de Mas Irene y de contagio de su alegría. Karina, cuanto vales, que es mucho, que nunca lo sabré, que sólo sé lo que me cuestas, que es poco.
Y ultimados los detalles, abandonamos plaza para tomar otra y para que a la dulce muerte de un molusco sucediera la pequeña muerte de un viejo búho entre sus labios.
2. El día de la bestia.
Karina reclutó a una amiga, Montse, con la que, y doy varias veces fe de ello, se entiende a la perfección. Montse es un encanto. No voy a insistir en lo de guapa porque basta ver sus fotos, privadas de su perfume adorable, del filtro de su voz y del embrujo de sus cabellos.
Luego, mi amigo italiano, el navegante le llamaremos, trajo su propia entrenada tripulación: Paola y Patty. Las venecianas. Bueno, de cerca. Os ilustro de alguna de sus virtudes:
Prosigo. A horas nonas empezó la liturgia, antes de la cena. Breve encuentro entre los seis. Inventario de proporciones, satisfechos balbuceos y, ondia!, voto bríos!, así volaron prendas, que igual nos dolían, y ellas jugaban, y nosotros mirábamos, y ellas jugaban con nosotros, y nosotros intentábamos ser juguetes en sus labios, y ellas cambiaron y nosotros recibimos felices el cambio. Y hubo de todo lo que ellas querían, pues no dudéis quien mandaba. Incluso mandaron recibir el doble… o era el triple, Karina , eres sorprendente. Me pierdo por ti y contigo. Increíble
Cena. Rubor de camareras cerca de la plaza del poder. El reservado, preciosos pero sólo velado por una cortina que no ajustaba. Se siente si ofendimos, pero seguro que se divirtieron los comensales, porque eran buena gente y nos veían felices. Y a ellas las veían casi todo, o todo, excepto cuando corrieron a concursar (o concursábamos nosotros?), bajo el mantel.
Y luego, más de lo mismo. Fundiendo el poliuretano de los asientos del monovolumen contratado (es duro ser conductor de tal manada). Y entre efluvios de buenos tintos consumidos (1780 de Castell del Remei) i burbujas Tattinger, siguió la fiesta, seguimos jugando, apareciendo y desapareciendo entre y en ellas, por turnos o por organizado baile, hasta que Montse me clavó su cabellera en los hombros mientras, ya derrotados, abrazaba el vientre de Karina.
Era suave. Y olía a gloria.
Y dormí. El despertar, de hace poco, os lo cuento otro día.
El que huele a azufre se quedó otra vez con las ganas. Y mira que tiene.