Iris Brasileña

Total Fecha Media Usuario
1 01/2012
Andros
2.791 veces

escort-webmaster
18

Añade tu experiencia con Iris Brasileña -Una dulzura de mujer

Ver comentarios del foro

por Andros
Barcelona

Apartamento de la escort7
Duración69 minutos
Precio100
PechoNatural
FumadoraNo
BesosBesa con lengua
FrancésNo lo sé
GriegoNo lo sé

Acaba de llegar a Barcelona. Es una linda señorita de 25 años, de piel suave, increíblemente suave y cuyo color nacarado solo se altera por dos pequeños y discretos tatuajes. Su sonrisa conquistaría al más frío inspector fiscal. Es menuda, suave, que no tiene huesos, deliciosa al tacto, con un pecho natural para perder el Norte magnético. Recibe en Sant Andreu cerca de Trinitat Vella. Si la queréis conocer, solo debéis marcar el 675306257. A veces hay que guiarse por un impulso y la sorpresa nos espera a la vuelta de la esquina. Entonces, si tenemos mala suerte, al doblar la esquina, puede que nos viole un potente senegalés o que nos roben la cartera. Pero, si uno tiene buena suerte, ¡ay bendito! Entonces es posible que una linda niña lo trate bien y que le lleve al séptimo cielo sin ascensor. Y ¿saben qué? últimamente tengo buena suerte. Yo soy una persona metódica, de hábitos regulares y vicios programados. Tengo obligaciones, horarios… hasta que me escapo y tengo un momento libre. Entonces vagabundeo, miro a mi alrededor, veo una gatita y salto sobre ella. Iris acababa de anunciarse el día 13, mientras yo estaba…. (ejem, ejem, esa es otra historia). Salgo de una reunión y debo entrar en Barcelona por la Meridiana, pienso en Iris, llamo, jugueteamos un poquito y me parece una persona muy agradable. Diría incluso que es sincera y honesta, porque le hice la pregunta estúpida de “¿Tú te ves más como una loba o como una gatita tierna?” y ella, muy diplomática, me hizo ver que podía ser a la vez tierna y ardiente. Si es que no aprendo, porque siempre pregunto tonterías. -¿Te va bien ahora mismo? ¿Sí? Pues en media hora estoy allí. Llego en diez minutos, aparco al lado, entro en un bar chino y pido un café para hacer tiempo. La chinita de tulno me dice eso de –Caafé soolo, señol, ¿sí? El café es malo pero balato y la chinita sigue escuchando una emisión china pol intelné. Me lavo los dientes, colutorio y pallá que me voy. Pico, subo y me encuentro la puerta abierta sin nadie a la vista. Debe ser que tengo un poder porque las puertas se me abren sin nadie que las empuje. Y nooooo, señor, esta vez no hice el número del pingüino (es que llevo una racha tremenda), porque tras los besitos llegaron los besacos, pero (ahí está la novedad) ella me quitó la camisa y me hizo quitar zapatos y pantalón, mientras que yo, que soy ventrílocuo con las manos, le quité al mismo tiempo toda su ropita en un plisplás. O sea que me evité el numerito de pasearme como un pingüino con los pantalones bajados. Yo venía limpito de cuerpo y alma (bueno, sobre todo de cuerpo), así que, sin mediar interludio acuático, y todavía tapado púdicamente por mis Casbinclén (bueno Dolce Patraña) me lancé en apnea a devorar a la niña Iris. Le digo con tono convincente eso de que soy tímido y que tengo poca experiencia, me mira y se ríe. Esta Iris es muy lista, porque no se deja engatusar por gato viejo. Besa dulce, dulce esta niña, pero yo (que soy poco dado a la lírica en esos momentos), en cuanto ella me descubrió del todo, tenía la varita de buscar agua moviéndose a izquierda y derecha. Tras un besaco de esos que te deja sin aire, le pregunto si puedo darle un beso en los labios, me dice que sí y me lanzo a un chuchilingus máximus sin red. Iris se ríe, se ríe y me gusta cuando lo hace. Como tampoco tiene problemas con eso, comienza a disfrutarlo, me acomoda, se cimbrea, se retuerce, me hace el estribillo del “Ai, se eu te pego”, diciendo eso de “Delicia, delicia, aaaah , assim você me mata”, se retuerce y acaba zafándose para plastificarme y pedirme relaciones de novio formal (o sea de sexo y eso). Y allá voy yo silbando el himno de las misiones, mientras ella me abraza con fuerza y me pide más, más, más, maaaaaaaaas… y yo me pongo en plan afirmativo con sí, sí, shiiii, shiiiiiiiiiiii… Y la cosa acabó bien, en empate tésnico, que uno no va a ganar un partido sino a gosaaaar. ¡Qué buen cuerpo se queda cuando hace meses que uno no ha estado con una señorita suave que lo trate bien! Y un besito, una caricia, otro besito, la mano que se pierde… Es que la carne es débil. Bueno, las cosas como son: la carne es débil hasta que se pone dura. Tumbado de espaldas, me besa, me acaricia el pecho , las piernas, el pocoyó (que ahora está diciendo sí con la cabeza). Dos besitos, un emplasticado, y a cabalgar, que son dos días. Tiene Iris una forma sinuosa de cabalgar, poco a poco, más rápido, pero siempre sintiendo cada instante con intensidad. No es de esas amazonas que aceleran para liquidarte en un instante, sino que el sentimiento guía el ritmo. Todo se mueve con un ritmo sabrosón y delicioso. Al mismo tiempo me abraza, me besa, siento su pecho contra el mío, me llama por mi nombre, acelera, se calma…. Hasta que, llegado al punto de no retorno, me aferro con fuerza a sus nalgas y me dejo ir con violencia y placer no contenido. El tiempo se cumplió de sobras y me dice la frase fatídica : “¿No quieres una duchita, amor?”. Me río porque es la forma más delicada de decir “game over” y se lo hago saber entre bromas. Nos volvemos a reír y nos volvemos a besar. Me acaricia de nuevo y la bestia puede despertarse de nuevo, pero tenemos prisa y Kronos nos ha pillado. Que hi farem? Ducha, besito, me visto, besito, me acompaña, besaco. Salgo a la calle, es de día y pienso que a veces tengo la suerte de cara. Y estoy seguro de que, si un día la suerte me diera la espalda, le acabaría tocando el culete. Pues eso, que es una niña encantadora, dulce, que disfruta y hace disfrutar. Tuvimos complicidad y reímos, jugamos, gozamos… ¿Qué más se puede pedir?