Alejandra Escort - Forever Young

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1 05/2012
Andros
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por Andros
Barcelona

Apartamento de la escort8
Duración69 minutos
Precio140
PechoNatural
FumadoraNo lo sé
BesosBesa con lengua
FrancésNo lo sé
GriegoNo

No ocurrió así pero este podría haber sido el relato imaginario de mi encuentro con Alejandra:

“Estaba muy contento porque por primera vez salía de casa dispuesto a descubrir el mundo con mis dieciocho añitos recién cumplidos, feliz de viajar con mi Interrail en el bolsillo.

 

De repente vi a Alejandra, hablando con pasión sobre micro-huertos urbanos, sobre música étnica o sobre enseñanza libre. Yo era inocente y aquellas ideas me parecían fascinantes para hacer un mundo mejor.

 

Cuando ella marchó, la seguí con la vista mientras se alejaba en bicicleta. Al ver que entraba en una casa antigua, fui tras de ella… “

 

Puede que no fuera del todo así, pero el resto, todo el resto, deja de ser imaginación, porque ocurrió realmente. Sin embargo, durante  todo el tiempo a su lado, sentí que podía cambiar el mundo porque éramos jóvenes y estábamos contentos de habernos conocido.

 

Así que, con ella, ya no vivo en la calle Melancolía, sino que me he mudado al barrio de la alegría. 

 

Todo va tan rápido en este mundo que me sorprendí de que nadie hubiera explicado nada sobre ella diez días después de su presentación en un foro de la ciudad.

 

Voy a ser sincero por una vez: me atrajeron sus fotos y su texto de presentación. Esto es, me gustó su culito y su pecho, al tiempo que su texto prometía goce sin complicaciones.

 

En su conversación me pareció  franca, sincera, con un punto de candidez… Me dijo que solo conocía a una persona en este foro y ¡oh, casualidad! se trataba de alguien que yo aprecio especialmente y que le había hablado de mí.

 

Cuando llamo a su puerta ya me está esperando.  Me besa con naturalidad, sin ese punto de fruición de la profesional experta que quiere imponer su juego. Los besos surgen poco a poco; las caricias se van abriendo paso.

 

Pronto está desnuda y mi boca la recorre hasta detenerse en cada pliegue de su sexo, hasta hacerla temblar y oir cómo sus labios exhalan un sorprendido “¡Dioooooosssssssssssss!!!!”  mientras se retuerce de placer.

 

No se ha dado cuenta, pero yo no me había quitado ni siquiera los zapatos, así que me ayuda a desnudarme y me lleva l interludio acuático.

 

Bajo el agua me besa, me acaricia, me devora… y tengo la impresión de que mil lenguas recorren mi cuerpo.

 

De vuelta a la habitación nos secamos y nos miramos. Queremos disfrutar y hacer disfrutar.

 

Ella se lanza sobre mí y exige su venganza. “Ahora te toca a ti”-me dice, antes de disculparse “No me cabe entera”. Y yo pienso que el porno ha hecho mucho daño.

 

Afortunadamente esto no es una función, es sexo de verdad y disfruto de sus labios que me recorren el pene, de su lengua que acaricia mi glande, de sus labios que sorben, chupan o mordisquean suavemente.

 

Me confiesa que está excitada y desea que follemos (dicho así, con limpieza, suena bien en su boca).

 

Le propongo entonces un juego. No penetraré en su interior hasta que sea lo que ella más desea en el mundo. Antes tiene que excitarse conmigo, atrapar mi dardo y frotar su clítoris con él, dosificando su placer y buscándolo, poco a poco.

 

Cuando el deseo de Alejandra es demasiado fuerte, me pide iniciar la penetración y le digo que no, que debe desearlo más aún, y que cuando ya no pueda aguantar, deberá esperar aún unos instantes.

 

Al fin, entro en su interior caliente y estrecho y ella me cabalga lentamente. Freno aún sus impulsos para que cada penetración sea fruto de la necesidad absoluta de hacerlo, para que desee cada golpe de mi pelvis en su interior.

 

Veo cómo se tensa y me clava las uñas. Ahora sí, ahora está desencadenada y me atrae en una espiral a la que no me puedo sustraer. Ahora me vence un placer desaforado y pierdo la consciencia de la realidad mientras ella me aprieta con sus piernas y lo exige todo de mí.

 

Ya no sé ni dónde estoy. Soy aquel estudiante que tuvo un lío en un cuarto del barrio antiguo de Paris. Me ha hecho despegar del todo y me acaricia los sentidos.

 

Quedamos juntos, muy quietos, sorprendidos, y compartimos confidencias, amores y decepciones.

 

Me sabe tratar bien, me cuida, bebemos, brindamos por nosotros hasta que el fuego se enciende de nuevo y nos vuelve a llevar lejos.

 

Repetimos. Nos enzarzamos de nuevo, jugamos con el deseo, nos excitamos y reventamos de nuevo en placeres sin medida.

 

Tras el goce, ni siquiera me atrevo a mirar el reloj, porque ahora hablamos, escuchamos música, bebemos, cambiamos el mundo…

 

Me siento joven, me siento muy joven. Pienso que finalmente he triunfado con aquella amiga que tenía su piso de estudiante en pleno Quartier Latin.

 

Años después me siento aún más joven que entonces.

 

Gracias, Alejandra.