Angelina, suave brisa caribeña

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por mackie
Barcelona

Apartamento de la escort8
Duración70 minutos
Precio150
PechoNatural
FumadoraNo
BesosBesa con lengua
FrancésSin hasta el final
Griego

En esta ocasión apliqué a la inversa mi máxima "dos mejor que una, por el mismo precio; así el corazón a salvo también". Tenía que conocer a ese huracán caribeño después de leer los extraordinarios relatos plasmados en varios foros; gracias compañeros, gracias Angelina. Mas el huracán amainó y se convirtió en suave brisa limpiadora y refrescante.
Llevaba varios días flirteando e intentando concretar cita con una pareja de foreras recientes de SMB sin que llegara a cuajar por mi desconfianza y otros motivos cuando decidí romper ese círculo vicioso y exponer mi maltrecho corazón a los vientos del Atlántico, poniéndome a prueba ante hembra capaz de desatar tales pasiones. Llamé el mediodía; una voz sutil y aniñada me acabó de convencer con sus risas y halagos al confesarme lo que mi voz le decía a ella acerca de mi a través del teléfono. Seducido, concretamos cita, yo doblemente satisfecho por verme libre de un juego perverso y preparado para rememorar aquellas pasiones en las que dos, tres, cuatro polvos fueron posibles.

Ahorraré mis incertidumbres desde ese momento hasta llegar al ascensor vetusto que algunos afortunados ya conocen, la puerta entreabierta tras cuya rendija se perciben inconfundibles aromas que prometen voluptuosidad y gozo. Temeroso, empujé esa puerta y otra más y me encontré en presencia de una juvenil Venus sonriente, bellísima. En lugar de dedicarme a admirarla, bobo como un pingüino, di dos pasos e hice un giro pidiendo su aprobación. Ella riéndose me cogió de la mano: "Ven, tonto", y me hizo entrar en la habitación, dándome un besazo, rodeando mis labios con los suyos, humedeciéndolos con la punta de su lengua. ¡Qué beeesooo! no pude menos que exclamar: ella se aplicó aun con más fervor. Su boca amplia, sus labios carnosos y sensuales, su sonrisa extraordinaria y agradecida, sus besos con sabor a fresas silvestres... Le devolvía los besos tomando el labio inferior entre los míos, mordiéndola. Ella me dejaba hacer y cuando buscaba la respuesta en sus ojos sonreía con picardia, provocativamente. Yo rozaba los labios, buscaba de vez en cuando solo con mi lengua la suya, me fundía en besos apasionados dejandome atrapar, absorver. "¡mmm qué besos!" Esta vez fue ella la que lo dijo. Apoyé una mano en la pared y con la otra acaricié su espalda, su piel sedosa, hasta llegar a las potentes caderas, tantée sus rincones con cariño y tranquilidad hasta que finalmente poniendo mis dos manos sobre sus rotundas nalgas las separé suavemente atrayéndola hacia mi para hecerle notar mi creciente excitación. Fue la primera vez que maldije mi barriga esa tarde. No logrando lo que pretendía deslicé la mano hacia su sexo intentando adivinar otros tesoros. Angelina amainó mi urgencia desabotonando la camisa. "¿Quieres beber algo?" me preguntó, a lo que yo respondí sin dudar: "A ti, amor". Se rió sonoramente. Tenía la boca reseca a causa de los nervios al llegar pero sus besos me habían humedecido y serenado, solo quería más. Ella dulcemente insistió y me halagó: "Eres un encanto". Me lo dijo tantas veces que llegué a creérmelo. Angelina refuerza la autoestima, reconcilia con el mundo y tuvo la virtud de liberar mi corazón de su celda protectora, reconfortarlo y mecerlo al amor de suaves brisas caribeñas.
"Ven, vamos a ducharnos". Yo que ya venía bien limpio de casa no quise perder la oportunidad de enjabonarla, me desnudé raudo. Ambos preferimos el agua bien caliente que nos enardeció. Enjaboné sus preciosos senos juveniles deslizando mis manos, pellizcando sus pezones resbalosamente al compás de más risas, más besos y los primeros jadeos; mientras quitaba el jabón puse mi boca bajo el agua, besando los preciosos pezones, endureciéndolos. Ella apresó mi enhiesto miembro, enjuagándolo con sensualidad.
Ahora era ella la que parecía tener prisa. Salió de la ducha ágilmente, yo tras ella secándome con tranquillidad para acudir a su llamada. En la habitación me cogió por sorpresa poniéndose en cuclillas de inmediato e introduciendo mi poya por completo en su boca cálida y ensalivada. Recreé un instante mi vista en el espejo y busqué sus ojos con los míos para mostrarle mi deseo. Entonces comenzó a juguetear con su lengua. Esa fue la segunda vez que maldije mi barriga que me impedía disfrutar visualmente en plenitud.
Con un ademán me invitó a tumbarme en la cama. Se mordía los labios y se relamía presa de excitación. No se como lo hicimos pero fui yo quien la tumbé a ella. Con las piernas entrabiertas me preguntaba "¿Me vas a comer?" yo puse mis manos en sus muslos con suavidad y me acerqué a su sexo soplando con dulzura sobre él. Le separé un poco más las piernas y con los dedos tomé los labios prodigando mis besos; luego insinué suaves lametones en el clítoris. Gemía. Me dediqué a besar humedamente las rodillas, los preciosos muslos; pasé mis manos por debajo de las nalgas levantándola para atraerla hacia mi. Acompañando sus gemidos poco a poco más intensos comenzó a acariciarse. Yo intenté pasar mi lengua entre sus dedos, ella cogió los míos y los guió hacia su interior, muy mojada y caliente. Volví a prodigar mis lametones en los muslos cada vez más cerca de su sexo, a veces dejaba aletear mi lengua buscando que ansiara que la comiera por entero mientras ella volvió a masturbarse con más frenesí. Gemía, jadeaba, gritaba a veces levemente, "Me voy a correr" dijo. Separé aún mas las piernas apoyando mis manos con firmeza en sus muslos e intensifiqué mi labor acompasándome al vaivén de los movimientos de su pelvis y adivinando la intensidad que deseaba por la manera de acariciarse a sí misma. Que gozada. En medio de la excitación vi que, jadeante, mordiéndose los labios, se acariciaba los senos; mis manos no tardaron en apresarlos y pellizcar con ternura los excitados pezones a la par que mi boca se hundió por completo en el mar de su sexo, mojándose con su calor y sus jugos, apoyando la lengua por completo y haciendo mío su endurecido clítoris, subyugándolo. Sus convulsiones y exhalaciones fueron muestra de un rico y placentero orgasmo.
Tras unos momentos de pausa en los que yo continué mimándola con delicadeza, "Qué bien me comes, amor" decía y volvía a repetir aquello de "Eres un encanto", me pidió que me tumbara. Sin rechistar, muy contento por haber hecho disfrutar a una mujer probablemente tan solicitada, obedecí dispuesto a recibir su agradecimiento. Angelina disfruta con el sexo. Sus ojos me anunciaron lo que se avecinaba, me volvió a besar tan rico y yo cogí sus manos. Ella, deslizando la melena por mi cuerpo descendió con gesto felino y me engulló por completo en el calor de su boca; comenzó a recorrerme con su lengua, a veces quedando quieta y jugando con la lengua en el interior de la boca, otras deslizando los labios y haciendolos sentir por todos lados, sacudiéndola sobre su lengua y continuando con un intenso movimiento...me vuelvo a empalmar si lo recuerdo. De hecho esta noche me dormí empalmado arropado por su aroma.
Yo acariciaba su nuca, sus orejas, su cabeza, cuando con otro movimiento felino me miró a los ojos relamiéndose y me preguntó simplemente "¿Follamos?" Qué iba a decir yo, extasiado como estaba. Casi sin darme cuenta me enfundó y me volvió a chupar, para el condón según ella. En cuclillas y entre gemidos me introdujo en su interior subiendo y bajando lentamente; luego se sentó a horcajadas y cabalgó con mayor intensidad; la sentía cada vez más caliente; empezó a moverse hacia adelante y atrás, frotándose contra mi pelvis, acariciándose los senos que yo volví a hacer míos "¿Te gusta como te follo?". Al rato tuve que darle unas palmaditas en el culo para no correrme y pedirle que saliera, no quería perderme el espectáculo de entrar por detrás. 
¡Que visión! Como una espléndida manzana pidiendo ser comida se acercó al borde de la cama, mostrando el culo en todo su esplendor con las piernas muy abiertas, la cabeza apoyada y la espalda arqueada; de nuevo me cogió y me introdujo en su interior. Yo había perdido algo de erección al retroceder y no podía empujar con potencia en mis movimientos. Dispuse mi pulgar para jugar con su ano e intenté recuperarme e introducirme lo más profundamente posible. Delicioso, sin embargo algo no iba bien; esta fue la tercera vez que maldije mi barriga. Angelina se dio cuenta. Es una compañera perfecta. En otro gesto felino se giró preguntando "¿Te has corrido?" y a la vez sacó el condón solícita. "La gomita te quita sensibilidad. ¿Es eso? Ven" Me invitó a tumbarme y se abalanzó sobre mí devorándome de nuevo mientras me ofrecía su jugoso y rasurado coño para disfrute de mis sentidos. En ese estupendo 69 yo saciaba mi sed y mi hambre desordenadamente ahora, enardecido de nuevo por las fricciones de la mano de Angelina, sintiendo como su boca esperaba ansiosa el néctar de mi amor dispuesta a no retirarse . Al fin, agarrando sus poderosas nalgas con mis manos le advertí de lo inminente, ella cedió en el movimiento de la mano y esperó mi orgasmo sin retirarse. Finalizados los espasmos se levantó para ir al lavabo y desde allí me gritó: "Debes venir a lavarte tu también porque había tanta que se me ha salido". Risas.

Tras la batalla nos tumbamos cerca el uno del otro entre besos y caricias, hilando diferentes conversaciones, sobre sexo, sobre nuestras cosas, como dos amantes bien avenidos. Eso ya pertenece a nuestra intimidad.  Aunque le confesé que una de las cosas que me habian atraído de ella era la capacidad de convertir en multiorgásmicos a quienes reconocían no serlo desde hacía tiempo. Automáticamente ella con picardía y una chispa en sus rasgados ojos seductores me pregunto "¿Probamos?" Con una sonrisa decliné el gentil ofrecimiento pensando que la edad no perdona ni mi barriguita tampoco. Me sentía saciado y el tiempo se nos hechaba encima probablemente, ninguno de los dos sabía la hora. En su último gesto felino se levantó para comprobarlo porque recordó tener una cita, contenta sin embargo de no tener que trabajar más. Volvió y se tumbó de nuevo a mi lado, feliz. Mi corazón bombeaba libre de presiones y de miedos, de congojas y de pesares. Mi mano acariciaba con dulzura su hermosa y potente cadera, ella jugueteaba con las uñas en mi pecho. Me dejaba embelesar por la cadencia melosa del acento antillano, arrullado por la inteligencia de sus consideraciones, saboreando cada centímetro de su piel sedosa y suave, empezando a perderme en la tranquilidad de sus ojos navegando a merced de la brisa que también desplaza a los navegantes. Escapando al hechizo, de improviso le pregunté "¿Sabes que ha sido lo mejor para mi?" Intrigada quiso saber. "Lo mejor es que no voy a enamorarme de ti. He logrado caer en tus brazos sin caer en tus manos" Angelina, rió sonoramente : "Mejor para ti, así no serás un descabezado". Y hablamos del amor hasta que ella dijo una vez más "Eres un encanto". 

Valoración de la implicación: Altísima, desde el primer instante hasta el último estuvo atenta con esmero para mi pleno bienestar sin ser nunca agobiante. 
Valoración final: Lo mejor, su entrega y su implicación, sus risas, sus besos, sus movimientos, la sedosidad de su piel, su mirada profunda de ojos rasgados, mmm, podría decir tantas cosas que fueron lo mejor... Hasta la frase con que firma en su hilo cabe entre lo mejor: "La vida no se hecho para comprenderla sino para vivirla". Pero lo mejor de lo mejor es que, como le dije a ella misma, no me voy a enamorar de ella. 
En cuanto a lo peor, simplemente, no estar disfrutando de la redacción de estas líneas junto a ella, compartiendo sus risas entre caricias y más besos.